Se que no soy tan viejo como la fotografía, pero no olvidaré aquel San Isidro en la casa de Don Narciso, que era la construcción que se ubicaba en los actuales pisos que construyó Félix García en la calle Estanco.
Aquel San Isidro de 1973, además de procesión, música y baile resolvieron traer una vaca. Ni cortos ni perezosos avisaron a Alberto Martínez y fueron al soto de Mariano García de Lora. De esta manera llegó a Villar un cajón sujeto con maromas a la caja del «picardías» (que era como conocían el camión Ebro tan emblemático para Villar). Dentro del cajón estaba la vaca y se encaminaron al corral de Don Narciso. Descargaron el cajón que hacía las veces de toril, y colocaron algún remolque para que las mujeres y los chicos nos subiéramos.
Por la tarde, Manuel Escribano, en la puerta de dos hojas del corral de Don Narciso, llevaba una bolsa de plástico en la que la gente metía su colaboración económica antes de entrar el corral para pagar la vaca. Yo me subía al remolque desde donde ví los recortes de los mozos mientras mi cuerpo comenzaba a picarme y los ojos se me cerraban.
Tarde acabaron soltando y encerrando a la vaca. Yo, prácticamente dormido en el remolque, le pregunté a mi madre cuando volvíamos a Madrid. Mi madre me toco la frente y exclamó:
Para comentar debe estar registrado.