Al pasar los años, llegan a tu mente re cuerdos de la Semana Santa de Villar que mantienen vivo el Villar de entonces. Los chicos, en pandilla, llegábamos a la iglesia el Jueves Santo y le preguntábamos a Don Arturo (q.e.p.d.):
– ¿Cogemos las carracas?
En Semana Santa no tocaban las campanas, y los chicos recorríamos las calles del pueblo tocando las carracas mientras gritábamos:
– A los oficios, a la procesión.
Lo malo es que sólo había dos carracas. Y las cogían los mayores: Javier Escribano y José Carlos Mariscal. Con el tiempo mi madre me compró una carraca pequeña para tocar en Semana Santa. Como no paraba de hacerla sonar decía:
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